II TEMPO, de María X. Fernández

MARÍA X. FERNÁNDEZ

El trabajo de María X. Fernández parte de la emoción, el intelecto, la documentación y el análisis, desarrollándose en un universo  creativo en el que la mirada al pensamiento estético y la reflexión son hilos conductores para la concreción y materialización de la obra convirtiéndose en vehículo para la transferencia de ideas. Toda su obra tiene una raíz principal y un nexo común: la búsqueda de libertad, el desafío y huida del canon impuesto y como motor la oposición al modelo antropocentrista y patriarcal,  como argumento de dominio y violencia. Indaga en sus piezas sobre cuestiones como las emociones, la naturaleza humana, el ser individual y social, los roles de género, el tiempo, el misterio inherente a la naturaleza, la ecología y el azar, envueltas todas ellas en un juego transversal de crítica e ironía.

En el proyecto “Río”, uno de sus trabajos más recientes, se sumerge en un análisis de las emociones, utilizando como base una serie de fotografías de escolares de la postguerra española. Para realizar este trabajo hizo un estudio individual de cada rostro dibujándolo a lápiz, tratando de reproducir los sutiles matices de cada pequeño gesto (sonrisa, mirada…) que le ayudará a desplegar un paisaje emocional, creando una cartografía con un eje cartesiano en el que los gestos de la boca y los ojos se ordenan en eje vertical y horizontal. La ironía y humor la lleva a convertir en confeti un libro de normas de buenas maneras de principios del siglo XX y llamarlo “París era una fiesta”. Por primera vez utiliza la fotografía intervenida como discurso, contemporaneidad rescatada mediante imágenes significantes de una época, revalorizadas en un momento dominado por el exceso de imágenes, construyendo un discurso secuencial que transforma la superficie donde es expuesto (espacio intervenido) en un campo de experiencias, ya que el propio montaje está abierto a la creación de obra implícita a la acción constructiva de la misma. La descontextualización de las imágenes nos acerca al carácter identitario de una sociedad de postguerra.

Las obras de María X. Fernández pueden tener cierta apariencia “ingenua”, pero en realidad siempre están provistas de un trasfondo crítico, comprometido e irónico intencionado. El color ha sido un hilo conductor en toda su trayectoria, analizando sus interferencias y valores emocionales.

Explora y descubre, hace y deshace, construye y destruye para volver a construir a partir de los residuos, una sucesión de decantaciones en busca de la esencia. Su rigor analítico, así como su capacidad para la organización de los elementos que componen la imagen en el plano de representación, hacen que consiga plasmar nuevas realidades con una libertad absoluta.

Al igual que para Hilma af Klint abandonar el lenguaje figurativo la lleva a otra dimensión que le permite expresar y visibilizar contextos  existentes más allá de lo que el ojo puede apreciar. Para María X. Fernández alcanzar este abandono es un logro de libertad, conocimiento y placer, un encuentro con el arte no objetivo.

Sara P. Bello

 

Vídeo de la Inauguración